El 8M se ha convertido en un día institucional más en el que las mismas palabras y deseos se repiten año tras año. Las redes sociales y los medios de comunicación reproducen mensajes que ya estamos cansadas y cansados de escuchar y que apenas tienen efecto. Las consignas son siempre iguales: «que haya igualdad», «que no haya machismo», «que haya más mujeres en cargos directivos»…
Son deseos bienintencionados. El problema radica en que son objetivos muy generales y, por tanto, casi imposibles de materializar sino se descomponen en objetivos específicos. Porque para alcanzar grandes metas es necesario tener una estrategia bien definida y mucho trabajo diario para alcanzarlas.
Y es aquí donde, en muchas ocasiones, fallamos. Conseguir una igualdad y equidad efectiva y real entre mujeres y hombre es una decisión cotidiana que cada día podemos decidir llevar a cabo en acciones aparentemente insignificantes.
¿Queremos de verdad que haya más mujeres en cargos directivos? De acuerdo. Entonces tratemos de que haya un reparto verdaderamente equitativo de la crianza en el caso de que tengamos hijas e hijos. Si hay mujeres que no acceden a esos cargos es porque, en demasiadas ocasiones, ellas necesitan invertir el doble de tiempo en el cuidado del hogar y de la familia porque sus compañeros hombres se desentienden de esta tarea. No por irresponsabilidad consciente, sino porque procedemos de una educación machista en la que se nos ha inculcado que esos asuntos corresponden a las mujeres. Ese tiempo de más que ellas invierten en los cuidados necesarios para sostener a su familia es tiempo que no pueden dedicar a progresar en su vida profesional y, por tanto, a acceder a esos cargos donde se deciden temas importantes.
Hay infinidad de opciones en el día a día que, sumadas, nos dirigen hacia esa soñada igualdad. Por ejemplo, escuchar sin juzgar a las mujeres que tenemos a nuestro alrededor, interesarnos por sus necesidades y vivencias… Nos sorprenderíamos de la cantidad de relatos parecidos que hay y que todos tienen el mismo origen: la desigualdad y el machismo.
Deshacer esa maraña acumulada durante siglos requiere esfuerzo. Pero, sobre todo, se necesitan ganas de mejorar y de hacer que nuestra sociedad sea un poco mejor. Hoy día tenemos infinidad de recursos a nuestro alcance para aprender sobre cualquier cosa que nos propongamos. Sólo falta querer hacerlo. Si no nos comprometemos con esto en nuestro día a día, más allá del 8M, todos esos mensajes bienintencionados terminan siendo cáscaras vacías.
Por eso, un año más, nos sumamos al deseo de conseguir una verdadera igualdad… Pero, a diferencia de otros años, pedimos un compromiso real en el día a día por hacer que las cosas cambien.
Feliz 8M.